TERCER OJO LOS MISTERIOS DE LA LARINGE IV
2.4 El zumbido y la magia de las abejas
Siéntese en una posición de meditación, con la espalda muy recta. Hágase consciente de la parte cervical de la espina dorsal, en el cuello, y busque una posición perfectamente vertical, alineada con el resto de la espalda.
Mantenga los ojos cerrados.
Hágase consciente de la laringe.
Comience a entonar un zumbido continuo, haciendo vibrar la garganta. Haga el sonido mientras exhala e inhala. Haga inhalaciones cortas y exhalaciones prolongadas.
Permanezca consciente de la vibración física que se genera en la laringe debida al zumbido.
Continúese la práctica durante unos cuantos minutos. Entonces, permanezca quieto y en silencio durante algunos minutos más, sintiendo únicamente la vibración en la garganta.
Comentarios
- Esta técnica puede ser bastante intoxicante. Si se practica durante un tiempo suficiente, inducirá un estado de conciencia ligeramente estimulante. Este efecto se refuerza enormemente si se está al mismo tiempo consciente del tercer ojo, de acuerdo con los principios que se desarrollarán en el capítulo siguiente.
- Una forma de practicar este ejercicio es haciendo que el zumbido se parezca al de una abeja. Entonces la práctica se convierte en la técnica bhramarin del Hatha-Yoga. Si se encuentra difícil, no hay que preocuparse. Cualquier clase de zumbido servirá, siempre que se cree una vibración tangible, la cual podrá sentirse poniendo los dedos sobre la protuberancia de la laringe.
Las abejas, grandes expertas en el zumbido, son pequeñas criaturas superiormente alquímicas. Es fácil observar su conexión con la energía sexual de las plantas. Por ejemplo, ayudan a que muchas plantas se reproduzcan mediante el polen (el equivalente al semen de la planta) que transportan de una planta a otra. Toman el néctar de las partes reproductoras de las plantas y lo transforman en miel.
La miel es una sustancia destacable en muchos aspectos. Se mantiene durante años sin proceso de conservación alguno - un tiempo muy prolongado, en especial si se compara con la duración de la vida de una abeja obrera, que es de uno a dos meses. De este modo, las abejas toman un producto relacionado con la sexualidad y lo transforman en una sustancia no perecedera. Esto, por supuesto, nos recuerda a los procesos alquímicos, mediante los cuales la fuerza sexual es transmutada, los cuales culminan en la formación del cuerpo de inmortalidad. A un nivel más simple, la jalea real, otro producto de la colmena, el cual es muy buscado, está considerado como una sustancia que aporta longevidad.
La miel, curiosamente, siempre ha sido considerada un excelente remedio para la garganta, y las abejas un símbolo de la elocuencia. En hebreo, una de las palabras para voz es dibur, la cual procede de la raízdaber, que genera el verbo ledaber, hablar. Y abeja es dvora, que procede de la misma raíz (el nombre Deborah proviene del hebreo dvora, abeja).
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