Cómo Despertar el Tercer Ojo La Visión IX
5.9 Observando las sujeciones de la mente
Prepárese para el contacto visual (sección 5.2). Recuerde que la distancia entre ambos ha de ser tal que la palma de la mano no pueda alcanzar la nariz del compañero.
Haga una reconexión (sección 5.3) durante dos o tres minutos.
Practique el contacto visual tal como se vio en la sección 5.4:
1) Hágase consciente en la zona del entrecejo. Emplee el foco en el ojo para lograr estar absolutamente inmóvil y pestañear lo menos posible.
2) En vez de mirar algunos de los detalles de la imagen que hay frente a uno mismo, hágase consciente del hecho de ver, o del estado de visión (si el concepto de estado de visión aún no está claro, limítese a "sentir la imagen" en lugar de mirarla).
La tendencia natural es que se altere la imagen física. Los contornos se harán borrosos, aparecerán nuevos colores y ocurrirá todo tipo de modificaciones de la imagen, tal como se describió en la sección 5.7.
A medida que se vaya practicando podrá observarse un mecanismo de gran interés. De vez en cuando algo parece retraerse dentro de uno mismo. De repente se pierden los colores o caras (no físicos), los contornos se hacen nítidos otra vez y se está de nuevo en la imagen física. Es como si algo nos tirara hacia atrás, como si una parte de uno mismo no pudiera asimilar la expansión de la visión. En la fracción de un segundo se está otra vez en el modo usual de percepción de la realidad física. Los halos han desaparecido y los contornos se han vuelto a delinear con claridad de nuevo.
En este caso no hay que cerrar los ojos, sino relajarse y volver al ojo, comenzando el proceso otra vez. Construya el foco de quietud en el ojo, hágase consciente del hecho de ver... y lentamente pasará de nuevo al modo de visión "no mental": la imagen se hará borrosa otra vez y reaparecerán los halos y/o colores.
Otro hallazgo interesante es que, cuando se esté en el modo expandido de percepción (la imagen borrosa "no mental"), la visión se hará periférica y abarcará por completo el campo frente a uno mismo. Se verá mucho más que lo que hay a cada lado de la imagen. Pero, tan pronto como sea traído hacia atrás, a la imagen de contornos definidos, la visión se hará de nuevo selectiva. La percepción se limitará a algunos detalles en el centro de la imagen y se perderá de vista lo que haya a los lados. Únicamente se estará en contacto con una fracción del campo.
Para resumir, esta práctica consiste en ir al interior del ojo y estarse muy quieto, sin parpadear y dejando que la imagen se haga borrosa. Entonces, hay que observar cómo "algo interno" se retrae de vez en cuando y nos proyecta hacia atrás, a la imagen de contornos definidos. Relájese, déjese trasladar de nuevo a la imagen borrosa, en la que podrán aparecer colores alterados... Hasta que "algo interno" se contraiga otra vez; y entonces será como si se cayera: se pierde la percepción de forma abrupta. Trate de hacerse consciente al máximo de la naturaleza de dicho "algo" que provoca que se caiga del estado de percepción.
Continúe la práctica durante cinco a diez minutos, o algo más.
Entonces cierre los ojos. Frótese las manos. Póngase las palmas de las manos sobre los ojos cerrados, como se indicó en la sección 5.5.
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